Te miro a través de mi lámpara
y tus ojos auscultan mi voz,
me siguen despacio,
como tu mirada a mis dedos.
Me has contagiado de besos esquivos,
me has trastornado la mente contigo.
Tu corazón en silencio se envuelve
y se inunda en segundos,
si no estoy con vos.
Tu pulso se agita entre mi frémito
e intentas atrapar el aliento,
pero tu piel no disimula.
Desaparece la inercia en un soplo
y me acobardo con tu respiración.
Es la vibración entre tu tórax
y el mío cuando sin hablar,
decimos palabras.
Me repites que llegas sin sentido ha extasiar,
sin morfina que aplaque el dolor.
Si no te llenas de mi,
tus sentidos me mantienen en apnea.
Mientras mi mente paraliza tu cuerpo, sin querer examino tu boca,
con mi lengua aletargada
y en fiebre de besos...
te muerdes los labios.
Sin remedio temblamos desnudos
y la tensión ha llegado al límite de tocarnos.
El sonido de mis manos apegadas a ti,
intentando descifrar tu soledad,
se ha encontrado con mis intenciones.
Tus intenciones se han topado con mi soledad,
traduciendo el sonido de tus manos inherentes a mí.
Estamos solos, estamos despiertos,
yo apegada a tu vientre
y aunque te vas por instantes tu cuerpo
abraza mi piel.
Mis síntomas son locura segura
y me he contagiado de ti.
Me duermo en tu vientre
y tú prefieres callar.
Ahora puedo sentir, sin tocarte,
sentirte aunque no estas...
María José Recalde
17/11/2011
y tus ojos auscultan mi voz,
me siguen despacio,
como tu mirada a mis dedos.
Me has contagiado de besos esquivos,
me has trastornado la mente contigo.
Tu corazón en silencio se envuelve
y se inunda en segundos,
si no estoy con vos.
Tu pulso se agita entre mi frémito
e intentas atrapar el aliento,
pero tu piel no disimula.
Desaparece la inercia en un soplo
y me acobardo con tu respiración.
Es la vibración entre tu tórax
y el mío cuando sin hablar,
decimos palabras.
Me repites que llegas sin sentido ha extasiar,
sin morfina que aplaque el dolor.
Si no te llenas de mi,
tus sentidos me mantienen en apnea.
Mientras mi mente paraliza tu cuerpo, sin querer examino tu boca,
con mi lengua aletargada
y en fiebre de besos...
te muerdes los labios.
Sin remedio temblamos desnudos
y la tensión ha llegado al límite de tocarnos.
El sonido de mis manos apegadas a ti,
intentando descifrar tu soledad,
se ha encontrado con mis intenciones.
Tus intenciones se han topado con mi soledad,
traduciendo el sonido de tus manos inherentes a mí.
Estamos solos, estamos despiertos,
yo apegada a tu vientre
y aunque te vas por instantes tu cuerpo
abraza mi piel.
Mis síntomas son locura segura
y me he contagiado de ti.
Me duermo en tu vientre
y tú prefieres callar.
Ahora puedo sentir, sin tocarte,
sentirte aunque no estas...
María José Recalde
17/11/2011
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