Don Quijote en medio de una de sus aventuras. |
"Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?."
Seguramente la gran mayoría de nosotros recordamos las primeras lineas de este tan grandioso libro, para muchos el primer contacto con la literatura, para otros no pasó de ser un libro más.
De lo que si puedo dar fe, es que a donde a donde vayamos y mencionemos el nombre de Don Quijote, lo primero que se viene a la mente es la imagen de un hombre alto, taciturno, delgado con largas barbas, una armadura, montado en Rocinante y por su puesto su fiel e inseparable compañero Sancho, reflejo opuesto y conciencia de este.
"En un lugar de la Mancha cuyo nombre no quiero acordarme , no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y largo corredor. (...)"
Pero, lo que me motivó a escribir esto, no fue la nostalgia de haber leído la historia de éste tan peculiar personaje. Mas bien mi objetivo podría ser tildado de herejía por los fanáticos, u ocasionar molestia a quienes tienen la convicción de que Don Quijote y su fiel amigo Sancho simplemente vivieron un sin número de aventuras y hay que dejarlos en paz. Mi curiosidad por conocer a fondo a los personajes de novelas y del mundo científico, me llevó un día a cuestionarme la cordura de este ser e intentar como, todo racionalista occidental, clasificarlo, encasillarlo, para así conocerlo de mejor manera.
Para mi la primera vez que lo leí, Don Quijote, aquel hidalgo caballero, era comparable con los mas famosos súper héroes, como Batman (quien a por cierto dedicaré otra publicación con una connotación psiquiátrica), Superman, Linterna Verde, etc. Pero supe que había algo mas detrás de este caballero y su rocín. Algo que lo hacia en verdad humano, que lo hacia mortal.
Pues bien, habiendo cursado toda mi carrera médica, comprendí que ciertamente existe un transtorno al cual pertenece. O al menos eso creía.
EL DSM IV, para los no conocedores, este es el libro guía de los psiquiatras, en donde se encuentran clasificados todos los transtornos de esta área de la medicina. Menciona sobre el Trastorno Delirante:
"es la presencia de una o más ideas delirantes que persisten durante al menos 1 mes. No debe realizarse el diagnóstico de trastorno delirante si el sujeto ha presentado alguna vez un cuadro clínico que cumpla el Criterio A para la esquizofrenia. Si hay alucinaciones visuales o auditivas, no son importantes, y puede haber alucinaciones táctiles u olfatorias (y ser importantes) en relación con el tema delirante....Excepto por la consecuencia directa de las ideas delirantes, la actividad psicosocial no está significativamente deteriorada y el comportamiento no es raro ni extraño"
¿Podríamos encasillarlo en esta definición?, para no complicarnos la vida podríamos decir que si. Obviamente nos queda la duda y hasta cierto punto nos negamos a creer que un personaje de tanta envergadura, en el cual se han basado tantas novelas, tantas películas. Haya simplemente delirado toda su vida, sus aventuras, Sancho!.
Existen subtipos de Trastorno Delirante: Erotomaníaco, De grandiosidad, Celotípico, Persecutorio, Tipo somático, Tipo mixto y para los inconformes, el Tipo no especificado.
Al inicio de este Blog coloqué una frase, soy tan osado que me atrevo a decir que con este indicio Don Quijote sería parte del Subtipo Transtorno Delirante de Grandiosidad.
Se define a este subtipo como:
"cuando el tema central de la idea delirante es la convicción de tener algún extraordinario (aunque no reconocido) talento o intuición, o de haber hecho un descubrimiento importante."
Me queda un sinsabor pues, en ciertos aspectos este personaje no se adapta al cien por cien en esta definición, seguramente mi falta de experiencia me está jugando una mala pasada o como todo en la medicina, hay pacientes y pacientes y cada uno es un mundo diferente, en definitiva la medicina no es una ciencia exacta.
Una tarde al ir caminando una tarde, alcancé a ver un cuadro que estaba a la venta en una galería, sorprendido me quedé al ver que la idea que plasmaba el artista encajaba con mis sospechas. No dude ni un segundo en adquirirlo y colgarlo en mi cuarto. Cada mañana lo veo y recuerdo lo que es capaz de hacer la ciencia muchas veces, desvelar una duda y al mismo tiempo dejarnos desconsolados porque no estamos preparados para las respuestas.
En todo caso, si uno de estos días me ven montado en un caballo, con un largo escudo y gritando Oh! Memoria enemiga mortal de mi descanso!, no duden en llevarme a donde merezco.
Una de las partes de la prudencia es que lo que se puede hacer por bien, no se haga por mal.
Hasta una próxima oportunidad.
Hernán E. Urrutia L.
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