Desapareces como el viento mientras intento atraparte, en vano te me escapas de las manos, que vacías te recuerdan. He interpretado este silencio como un tiempo en paréntesis, como una historia que no tiene un final contado, solo tres puntos y aparte precedido de un continuara.
Antes todo parecía tan fácil, ahora no tengo palabras para entender, menos para explicar y todo aparece solo como un gran signo de interrogación entre dos pausas.
Estoy casi entrenada para no sentir dolor ajeno porque el propio es inevitable.
Me quedo entre incertidumbres de mi, nostalgias de ti y de pronto valgo tres pedazos de nada que no logro unir en un solo trazo.
Y los días son tan largos como en verano, pero tan fríos y oscuros al contrario como en este invierno.
Me he perjudicado creyendo que hay un paraíso al otro lado del viento con arcoiris y enormes gotas de sueños, hasta me he ingeniado alegres cuentos donde siempre acaba ganando el bueno, sin saber hasta hoy mi papel estelar de villana.
Una vez salí perdiendo.
No hay tiempo, no hay paciencia que no se acabe, pero esta vez tengo miedo, esta ocasión no soy más fuerte...
Voy contracorriente de credo.
Me embarga mi propia duda soy escéptica de mi.
Los claros no dibujan más soles ni nubes de color mar, solo se deslizan rayas grises y en tonos de llanto con el pincel prendido en mi diestra.
Escucho como late mi cabeza, veo como cada mañana aparecen más ojeras menos encanto y el tiempo ha pasado para todos, pero para mi sigue igual, aparentemente sobre la marcha... Con sonrisa falsa y lista por si me dejo pasar.
María José Recalde Marzo 2012