viernes, 30 de noviembre de 2012

Tu voz


Te llamé para escuchar tu voz,

y así mi alma se desahogue de tanto ruido del mundo,

para que con solo escucharte,

cada célula de mi cuerpo brille y despierte del letargo.

Al escucharte mi corazón se tranquiliza,

Y mis ojos imaginan ver tu silueta serpenteante en el viento,

Todo el ambiente se apaga,

Para prestar atención a la música de tu voz. 


Hernán E. Urrutia L.                                            Junio 2011

martes, 27 de noviembre de 2012

Destellos de Cariño


Destellos de cariño,
Por querer seguir mí camino,
Es tan sencillo,
Sin embargo pensando y pensando
Las dudas van llegando.

¿Es acaso justo?
Nada nos impide,
Nada nos cohíbe,
Nadie nos castiga,
Nadie nos obliga,
Siguiendo y siguiendo,
Las dudas nos van consumiendo.

El matiz de la soledad,
Le da significado a la realidad,
Pero el matiz de lo incierto,
El hecho de estar en el mismo sitio
Pero lejos uno del otro,
Al lado de otras gentes siempre buscando,
Le da valor a nuestra soledad. 

Hernán Eduardo Urrutia L.                                   2010

domingo, 11 de noviembre de 2012

Cruda y real


Solo lo dejare salir, esa vez no como bandada de flechas recorriendo tus caminos húmedos.

Esta vez dejare salir el sonido amargo dulce que recorrerá hasta tus oídos y permanecerá por mucho entre el infinito incomprendido de los recuerdos.

Y es este desbalance, esta desigualdad, comparación hacia la nada, que no debería existir, pero que existe.

Lo hace y permanece, permanece y devora, todo lo ocupa. Me ciega, atrapa, sin razón me deja, botado, oscuro, más bien casi claro.

Inminente la solución como un relámpago hiriente se presenta, y deja su herida, dolorosa, única, incurable, lúcida e innegable.  ¡Como quisiera no fuera tan cruda y real!  

Sensación de muerto mil veces pero sin haber resucitado, en la mirada profunda y en el caminar pausado se demuestra lagrimas del alma.   

Hernán E. Urrutia L. 

Surrealismo sin ti


De semáforos sin sentido,
de pájaros como aviones, ruidosos;
de sandias con cuatro ruedas y de eternos desconocidos,
están rodeados mis días sin ti.

De charlas redundantes,
de imágenes constantes y cegadoras,
de múltiples estatuas,
de círculos sin fin,
de caminar despacio y sin dirección,
de todo eso se trata estar sin ti.

Pero cuando a medio día, o un poco más tarde,
me es avisada tu presencia, y mi corazón,
que ya no es mío te presiente.
Me anclo nuevamente al mundo real,
aunque éste, ya no es tan frío y despiadado
si a tu lado estoy y mis manos te sienten.

Hernán E. Urrutia L.
Abril 2010